Me he parado a pensar en lo rápido que pasa todo ante mí; el tiempo, la vida, tú. Cada mañana me olvido de que empieza un nuevo día y que va a ser único e irrepetible aunque no sepa aprovecharlo. Y es fácil, eso de no darse cuenta de las oportunidades que perdemos por ir a contrarreloj con nosotros mismos. Me he parado a pensar en lo diferentes que pueden ser los días: llevaderos, pesados, imposibles. Y a imposibles no nos gana nadie, a mi y a mi razón. Puedo transformar el agobio en alegría en cuestión de segundos , y viceversa. Tengo días. Tengo días para mí, para tí, para entendernos por separado y otros para desquiciarnos juntos. Tengo tiempo. Tengo tiempo de soportar, de esquivar, de reír, de llorar. Pero todo lo que hago está limitado por las dos agujas de mi reloj, incluidos mis propios límites. Y cuando sé que no debería tener un tope en mi vida, entonces acuerdo una pequeña tregua para parar mi tiempo, coger aire y grabar en mí (y en mi razón) que no, que la vida no son dos días, ni son momentos. Que cada vida es una bonita historia que contar. Y hay historias que simplemente, no entienden de medidas.
2 comentarios:
Importantísimo esto de detenerse a apreciar un poco las cosas por que cuando nos queremos dar cuenta, vamos tan apurados que ni sabemos por donde vamos. Muy lindo tu blog!
Te invito a pasar por el mío.
xoxo
"Pero todo lo que hago está limitado por las dos agujas de mi reloj,..."
A eso yo llamo ser dueño de tu própio destino!!!!
Publicar un comentario