Ella estaba esperando a nada cuando él apareció sin motivo. Desde el vacío que había entre ellos, el amor entró por sus ojos. Los días pasaban con las sensaciones y todo estaba a flor de piel. Todo parecía claro, estaban locos el uno por el otro. Indefinibles eran en los pensamientos de los demás. Eran tales las risas que se causaban mirándose, que entre ojo y boca acabaron ciegos. Ciegos, y al final solos. Porque pasaba el tiempo y el vacío volvía a aparecer. Todo volvía a ser como al principio, y así, la nada que esperaba ella y el motivo inexistente de la aparición de él, les enseñó la lección: el amor no entra por los ojos. Los tapa y no se puede avanzar. Los ciega.
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