No entiendo cómo puedes saber lo que me pasa en cada segundo sin ni siquiera preguntarme. Todas esas veces que me miras fijamente a los ojos, y me haces darme cuenta, de que tus pupilas guardan las imágenes más bonitas vistas en este mundo, de esas de las que estas seguro no poder volver a repetir. También veo luces, muchas luces, que aseguran ser todos esos crepúsculos que hemos pasado juntos. En los bolsillos de tu chaqueta aún puedo tocar las gotas de lluvia que nos han empapado mientras corríamos como locos por un techo donde no mojarnos. En tus manos puede olerse una rosa recién cortada. En tu pelo, se reflejan las miles de estrellas que hemos contado, incluso esa que brillaba como la que más, noche tras noche, sin apagarse. En tu sonrisa puedo encontrar suspiros, besos, risas, palabras, promesas. Pero de repente, vuelvo a fundirme en tus ojos. Y entonces, puedo verme a mi. Puedo verme tal como soy, sin que nada importe. Puedo verme rodeada de personas que me quieren y se preocupan por mi. ¿Sabes qué? No me importa. Mientras tú estés conmigo, puedo asegurarte que ni las tormentas pueden asustarme. Porque no hay que huir de ellas. Hay que aprender a bailar bajo la lluvia.
1 comentario:
Precioso el texto!
Publicar un comentario